Verano del membrillo (2002). Ella
aparece en un lugar extraño y frío donde un coro risueño le insinúa que está
muerta. Descubre que ha perdido la vida en un accidente. Poco a poco va
comprendiendo que su vida fue muy diferente de lo que ella pensaba. Y que sus
días felices han sido tan engañosos y efímeros como el verano de septiembre. A
pesar de su tono tragicómico y de la mitología cristiana que la sustenta, la
presencia de un coro que pontifica y su tono declamatorio y solemne acercan
esta obra a la concepción fatalista de las antiguas tragedias griegas.
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